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Al más puro olvido

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No sabía cómo había llegado hasta aquí. Sabía que, desde hacía una eternidad, ésta era su casa, sí, pero no lograba poner una fecha concreta a su llegada a ella. Todos los días, le visitan un gran número de desconocidos que ni siquiera se acercan a él para tocarle o hablarle. Nada. Sólo miran e incluso tienen la osadía de señalar y comentar entre ellos. Ya no existen los modales, piensa, la elegancia que yo viví, no muestra la más mínima señal de vida. Tantas faldas con vuelo se habían posado en él, tanto rock'n roll. Tanta era la lluvia, la brisa, el sol que había rozado su piel, que no lograba entender el momento en que se había convertido en un trasto, relegado al olvido. En aquél lugar aislado del mundo, sólo podía imaginar a los jóvenes rugir con la potencia que un día tuvo. Escuchaba las risas sin fin en un exterior que ya no podía ver más que a través de una ventana, y recordaba las melenas al viento que él también tuvo la suerte de contemplar. Él, que hab

Cuento: El porqué de las lágrimas en los días de lluvia

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Era el loco de la ciudad. Aquél al que la gente mira de lejos y dicen: "Ahí está Pablito el Mocos".  Salía los días de lluvia, justo cuando paraba de llover. Buscaba un buen charco, y saltaba en él mientras derramaba lágrimas sin parar. La gente sentía pena por él, pero miraban la escena y pasaban de largo sin parar a preguntarle si estaba bien . La imagen de Pablito saltando en los charcos con todas sus fuerzas y llorando sin remedio les parecía desoladora.  Tomaba medicación, decían. Ya estaba controlado por psiquiatras, psicólogos, psicopedagogos, y otros miles de "psicos". Hablaban también de maltratos por parte de sus padres. Eso trastorna a cualquiera, decían. Fue un mal parto, decían. Pablito tenía infinitas dolencias dependiendo de los ojos que le miraban. Aunque sus padres salían a buscarle cada vez que eso ocurría, él lloraba todavía más, gritaba, arañaba, pataleaba con rabia e impotencia. Y terminaba encerrado en casa pegado a la ventana m