Nos vamos conociendo...
Este post está dedicado a aquellos que me preguntan, yo respondo y aún así, jamás entienden cómo puedo pasarme tranquilamente una semana (es lo máximo, creo) escuchando el mismo disco sin que esto repercuta seriamente en mi salud mental. Bueno, yo no diria tanto: a la vista está que tengo un problema.
De todas formas, hay una lógica interna en este tipo de locura. El proceso es el siguiente:
1/ cuando descubro un disco, casi siempre, lo primero que hago es reproducirlo entero MIENTRAS hago otras cosas que requieren un nivel de concentración medio o relativamente alto. Es la prueba del algodón. Y lo es porque en esta primera fase, automáticamente, hay algunos temas que se desmarcan y logran desconcentrarme para prestar atención a la canción.
2/ Reescucha de los temas que en el punto 1 han captado mi atención. Y sí, los repito hasta la saciedad. Ni siquera podría deciros un número de veces ni un número concreto de horas, pero os puedo asegurar que muchas. (Algunos ya sabeis de mis aventuras en conciertos en los que el cantante me dice que suba a cantar porque le tengo que chivar la letra desde abajo...no digo más).
3/ Aquí pueden pasar varias cosas:
3a) terceras personas me recomiendan alguna canción del disco que no estaba hasta el momento entre las más escuchadas por mi, pero que, a raíz de la recomendación, empiezo a prestarles atención. Sobretodo, dependiendo de quién me lo recomiende.
3b) Repito el punto 1, esta vez, prestando total o semitotal atención a TODAS las canciones.
4/ Interiorización. Tras conocer ya todos los temas, empiezo a decantarme más por unos que por otros.
5/ Ésta es ya la fase "pasar esta canción", en la que ya, inevitablemente hay, por lo menos una canción que SIEMPRE pasas de escuchar. Ya sea porque es la que menos te gusta, o por el contrario, porque es la primera que te gustó y de tanto escucharla sin parar ya no puedes con ella.
La foto? Rafita está sonando mientras escribo esto. Y sí, he parado muchas veces de escribir.
Comentarios
Publicar un comentario