"Te lo dije...no te fies de la pinta de buen chico"

Un "escucha ésta". Un roce de narices. Una, dos, tres...noches en vela. Un "Vente conmigo". Un "ahora sí puedo". Una, dos, tres...noches de callejeo nocturno con balones de fútbol. Una, dos, tres...salas llenas de canciones. Un vaso lleno. Un vaso vacío. Una amiga a la que nunca veo. Una chica del Rock & Roll. Una, dos, tres...noches frías esperando en la salida. Un "y sin embargo" demasiado difícil de olvidar. Un pantalón sudado. Un amor. Un desamor. Una tímida mirada. Un mareo. Una caricia. Un "low battery". Un, dos, tres....kilómetros. Muchos grados. Una piscina. Un "Dejo la guitarra y vengo". Un, dos, tres....bares en Gracia. Un concierto apoteósico con Superman. Otro amigo al que nunca veo.
Y aún así....siento que quedan muchas líneas por llenar.
Quique González ha sido todo esto para mí, y sospecho que para muchos. Si leeis esto y no habéis escuchado jamás alguna de sus canciones, ni siquiera sabría cuál recomendaros primero. Algunos de los discos ya no puedo reproducirlos en el coche a causa de las numerosas escuchas, que han acabado por deteriorarlos. Todos y cada uno de los discos son excepcionales y no podrían pasarse por alto. Las primeras canciones de Quique que yo escuché fueron (lo recuerdo muy bien) "Miss Camiseta Mojada", "Salitre", "Y los conserjes de noche" y "Aunque tú no lo sepas". Me las pasó una grandísima compañera de conciertos a la que nunca podré agradecer suficiente este descubrimiento. Desde entonces, Quique González me ha acompañado siempre. Siempre está. Y no le importa coger la guitarra a la hora que sea. Es un amigo. Es un cómplice. Cómo tantos otros...solo que él está de verdad todas las malditas noches.
En la línea cronológica de su discografía, sólo puedo decir: los más rockeros, empezad por el principio; los más tranquis, empezad por el final.
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