Across The Universe

El placer que supone hacer una crítica sobre un musical de 128 minutos se mezcla con un esfuerzo extra por reunir y tener en cuenta muchos factores distintos que, cada uno por su lado, conforman una unidad y dan una forma específica y no otra a la obra. Lógicamente, nos referimos con esto a la suma de todas las partes: la musical, la parte interpretativa, así como el contexto histórico de la historia que consigue darle esa dimensión más dramática y logra crear la tensión necesaria para favorecer la visión de conjunto de la obra.
En cuanto a la estética de la película, podemos decir que no puede desprenderse (y de hecho, depende) de toda la historia que hay detrás de unos auténticos y elogiados protagonistas que realizaron una serie de películas, todas ellas identificables por aquellos que han seguido de cerca una carrera llena de éxitos y rarezas de los Beatles. Cuando Hume alude a la importancia de ser un experto en aquello que va a ser criticado, piensa en la persona que ha tenido varias experiencias estéticas relacionadas con el asunto, aplicado a este caso, aquella persona que ha tenido cada uno de los discos de los Beatles en las manos, que ha observado las portadas, que se ha preguntado por el porqué de sus letras, que se ha leído cada entrevista y que, probablemente ha vivido aquella época o que guarda un recorte de periódico del fatídico día de la muerte de Lennon. De la misma forma que es el perfil de persona que rinde un culto especial, en este caso, al arte de la música en general y que cultiva con vehemencia las escuchas continuas de grandes clásicos así como de las novedades más transgresoras identificando así todos los estilos e incluso requiriendo uno u otro según su estado de ánimo. Esta persona, probablemente, sería más sensible a descubrir guiños y alusiones en la película y, por tanto, estaría más capacitada para juzgar una obra de este tipo.
El trabajo que se propone Taymor, la directora, es lograr encuadrar todo ese homenaje en una historia viva que no se haya contado antes y así, poder sentar en un mismo sillón a una adolescente quinceañera con una sonrisa paterna a su lado y lograr que ambos, a distintos niveles, disfruten de la obra. No es necesario ser un experto en el sentido humeano para disfrutar de la película y entender el contexto que en ella se plantea. La misma directora busca que los jóvenes sientan el fervor de una época que es necesario recordar e, independientemente de las razones de la obra, esa idea es la que impera en muchos de los musicales de este tipo. Por este motivo, es preciso tener en cuenta numerosos factores que intervienen en el desarrollo de la obra y la consecuente experiencia del espectador. No obstante, en Across the Universe es la banda sonora la que desempeña el papel principal. Dejando a un lado las propuestas del productor musical y compositor Elliot Goldenthal, nos encontramos con unas versiones renovadas de lo que fueron las canciones de una época. Quizás lo más complicado de todo es la forma en que son las mismas canciones las que marcan el desarrollo de la historia y el modo en que la directora logra cuadrar cada uno de los versos con la totalidad de la película. Es la parte más laboriosa y arriesgada sobre todo cuando entiendes la dificultad de llevar a tu propio campo interpretativo la obra y el éxito de unos artistas de la talla de los Beatles. Además de todo esto, los arreglos que se han hecho de las canciones pretenden alejarse de las versiones originales, precisamente para lograr fundir dos eras distintas. Los musicales, en general, cuentan con una serie de elementos que funcionan, como la búsqueda de un público juvenil mediante la temática del romance adolescente, los temas pegadizos combinados con vistosas coreografías y el más o menos fiel reflejo de una época determinada. No obstante, en este caso se va más allá. Tratándose de un grupo tan representativo, existe un mayor compromiso por parte de los creadores, tanto de la directora, como los actores y, por supuesto, el responsable de crear la banda sonora. Es decir, es preciso que la película enganche a los adolescentes pero en igual medida que ésta contenta a todos aquellos fieles seguidores de tan importante conjunto musical.
En el planteamiento de la película ya es fácil identificar la tierna inocencia de dos mundos paralelos que llegarán a unirse en algún punto en una explosión sensorial que irá subiendo de tono a medida que avance la obra. Así se dibuja la misma vida de los componentes de los Beatles; como empezaron a tocar en los suburbios en la famosa taberna de Liverpool The cavern, que ya aparece al inicio de la película; como huyeron de su casa para tocar alrededor del mundo; como experimentaron con determinadas drogas y como esto se vio reflejado en su carrera profesional. El tema de la psicodelia es muy recurrente siempre que hablamos de los sesenta y setenta, además, en cualquier película es hermoso jugar con las luces, el color y las formas que ésta nos regala. Taymor pretende mostrar el estallido de color que diferencia una gris Liverpool de una América renovada y jovial y, con un increíble despliegue de atrezzo, disfraces, máscaras y un autobús digno de Magical Mistery Tour consigue recrear el viaje de los personajes hacia la experiencia sensorial que supone el efecto de un alucinógeno en la cabeza de cualquiera de ellos. A pesar de ello, en la primera escena de la película, la música se presenta de una forma casi etérea, se produce una armonía entre el sonido tenso de un violonchelo firme, el silencio que impera en la soledad y el reclamo de un personaje principal cuya estética y expresión ya nos recuerda a un jovencísimo Lennon, y el mar de fondo que marca un ritmo sin pausa. Casi podríamos hablar de un principio dramático a juzgar por la letra misma de Girl y el giro hacia la insolencia de Helter Skelter plasmando los aires revolucionarios del personaje principal femenino.
La caracterización de Jude, el protagonista masculino interpretado por Jim Sturgess, incorpora un bonito homenaje a cada uno de los Beatles. Resulta casi mágico adivinar, incluso en un pequeño gesto o una mirada, a un Ringo en sus paseos solitarios por el puerto lanzando súbitamente un palo al mar, a un joven Harrison conversando con su adorable madre antes de partir, a un Lennon insolente y carismático con el mundo o incluso a un Stuart comprometido con su arte abstracto en una magnífica Strawberry fields. Esta última es una de las escenas más logradas y con más carga significativa de la película, pues se trata de un dúo entre Jude y el hermano de la protagonista que se encuentra en Vietnam reclutado por el ejército. Se produce una magia impactante entre ambos y el elemento más utilizado son las fresas que, debido a su color rojo intenso y estrelladas contra el lienzo, recuerdan a toda la sangre derramada en el otro lado de un monitor de televisión que muestra como caen bombas sin piedad.
El personaje que tiene una evolución más clara y que, de hecho, lleva la carga del reflejo político en la película es Lucy (Evan Rachel Wood). Su vida toma un rumbo inesperado para ella, como sugiere la canasta fallida en el juego de baloncesto que protagoniza con la canción It won’t be long a modo de premonición y la tremenda dureza de la taquilla que cierra firmemente simbolizando el ataúd de su novio, y tendrá que verse viajando a Nueva York, lejos de su casa dónde tan protegida ha estado, y formando parte de una revolución en la que jamás hubiera reparado.
Julie Taymor, directora de Across the Universe, supo tejer con hilos de una implacable sutileza un argumento sencillo con la trama real de la completa vida y carrera de unos “melenudos” en su época y que se convirtieron en uno de los grupos musicales más influyentes después y, aunque surgido en los sesenta, sigue sonando en muchos reproductores y otros formatos digitales: The Beatles. Precisamente esa mezcla generacional pretende mostrarnos el film desde una perspectiva fresca, vital, descubriendo en todo momento la tensión vivida en momentos duros de una guerra de Vietnam que avanzaba hacia una catástrofe masiva y todos los movimientos de protesta surgidos en una América inmersa en numerosas tensiones políticas y azotada por los vientos del cambio que transformaron la nación.
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