"En un punto entre San Cosme y San Damián..."


Todo lo que sabía de laberintos lo había aprendido jugando. O eso creía, porque la verdad es que salí de la exposición "Per Laberints" bastante sorprendida.


Aterrizé en el CCCB por una propuesta de un compañero de guión para ir juntos a verla. Él era el principal interesado por cuestiones académico-creativas, pero el caso es que fuimos tres (a cual más peculiar) y a los tres, como era de esperar, nos gustó lo que vimos.


Si nos ponemos estrictos, exposiciones hay muchas y muy distintas, y esta no destacaba en ese sentido. Pero sí estaba bien lograda y te metía, sin que a penas repararas en ello, literalmente dentro del laberinto, complicándose el camino a medida que llegaba el final de la exposición, llevándote a salas en las que, de repente, había que retroceder para poder continuar.


La mezcla de material fotográfico y audiovisual con obras maestras de la antiguedad formaban una unión en perfecta sintonía con las paredes emulando los setos artificiales por los que resultaba inevitable deslizar la mano suavemente, casi jugando a encontrar la salida.

Se lo vi hacer tantas veces a Joan que casi me contagiaba...


Aprendí más de lo que creía. Al empezar el recorrido por el primer símbolo de laberinto circular, recordé mucho los primeros años de universidad y, en especial, a mi querido profesor Udina de Filosofia Medieval, al cual le tengo un cariño infinito y además se jubiló el mismo año en el que yo terminé. Recuerdo haberle dicho en su despacho: "¿Quién puede acordarse de esto después del examen?" (LaLa ingenua...) Él se reía mucho, siempre. Y me respondía: " Otón, yo tampoco sé porqué te interesa esto (refiriéndose a la Filosofía en general). Pero, quién sabe, quizás algún día lo averigues. ¿Me llamarás?"


Y para mi sorpresa, allí estaba, expuesto cuidadosamente, bien resguardado, uno de los libros originales de Boecio, un autor al cual dediqué soberanos esfuerzos y dedicación y del cual, comprendí todo al ver la exposición. Qué cosas...

Fue el primero en usar el concepto de laberinto circular para ilustrar como, en un mismo objeto, confluyen lo perfecto, lo celestial, lo harmónico, con el caos de la mente humana.

Me parece una imagen preciosa y de lo más poética.


Después de esto, aluciné con la parte dedicada a las estructuras neuronales y su increible paralelismo con el laberinto que todos tenemos en la cabeza. De una estética impresionante. No podía despegar los ojos de las fotografías y dibujos que se exponían.

El caos. Otra vez. Era el concepto que imperaba en todo el recorrido.


Podría decir tantas cosas...podría describir tantas sensaciones que tuve en aquél lugar....podría seguir hablando de Borges, del Minotauro, del laberinto de espejos.... Pero me quedo con la selección final de películas de cine de todos los tiempos en las que el laberinto era protagonista y, aquí sí, por fín...después de buscarlo con mis compañeros a lo largo de la expo, apareció David Bowie!


Si no tenéis nada mejor que hacer, pasaros por allí. Puede que os guste.

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