Forever Young

Si alguien me hubiera dicho que vería en un escenario a mi propia generación dentro de 50 años, no diré que no lo hubiera creído (empiezo a creer que TODO es posible) pero sí me hubiera costado imaginarlo.

Vivimos, quién más y quién menos, rodeados de gente mayor, de yayos y yayas (como me gusta llamarles) y sin embargo nos parecen seres muy alejados de nosotros mismos. Sonreímos al escucharles contar historias quizás muy lejos de nuestra vida actual. Les creemos en su mundo más allá de la realidad y eso nos resulta hilarante, nos conmueve e incluso lo consideramos entrañable. La vejez es un regreso a la niñez, a lo absurdo, a estar y mostrarse indefenso ante los demás, lo que supone un canto a la rendición. Y sin embargo, quedan los momentos. Momentos en los que, por alguna extraña razón, las fuerzas de la juventud un día vivida vuelven con más ímpetu que nunca, sorprendiendo a todos los que alguna vez pensaron que la vejez es una llama que se apaga, cada vez más, sin pensar en que una pequeña ráfaga de viento puede avivarla de repente, luciendo como antes, luciendo como nunca.

Volviendo a la obra. Por supuesto hablando siempre desde mi propia experiencia y opinión, puedo decir que agradecí una obra como Forever Young y la aplaudí convencida de que, si algún día llegaba a tener 80 o 90 años, yo quería ser así. Quería ser capaz de coger una eléctrica en la residencia y ponerme a tocar, de marcarme un streaptease encima del butacón o de bailar un twist en el salón.

Creo que mi generación, cuando envejezca, será muy distinta a la que hoy ocupa las residencias de todo el mundo. Bueno...simplemente, hemos vivido vidas muy distintas, hemos tenido hábitos muy distintos, la esperanza de vida es cada vez mayor. Pero si hay algo cierto es que todos envejecemos y acabaremos grillados de la cabeza.

Quiero hacer una mención especial a la música y a lo intérpretes. La caracterización me pareció muy lograda, teniendo en cuenta que todos los actores deben estar entre los 30-50 años como mucho. Y la verdad es que estabas viendo la vejez personificada en un escenario. El tono cómico ayudó además a reforzar la interpretación llegando a puntos de esos en los que tienes que aplaudir porque no puedes reirte más. Grandes intérpretes y grandes cantantes. A nivel musical, impecable. Las voces limpias y unas versiones de canciones de siempre muy logradas completaron la obra.

Personalmente, me quito el sombrero con el momento shakespeariano en el que sólo recitan textos de obras de todos los tiempos a las que uno agradecer regresar.

Sólo me queda decir que... el espíritu permanezca mientras la piel envejezca.

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